TALLER

LOS TALLERES DE ESCRITURA Y YO... 20 AÑOS DE HISTORIA

Con DAVID ZAFRA, alumno de mi primer taller (en el año 2000) y ÁNGELA RUIZ, alumna del último (en el 2022). Un encuentro casual en Valencia.

Empecé a impartir talleres de escritura hace más de veinte años, en el curso 2000/2001, en la Universidad Popular de Casas Ibáñez (Albacete).

El primero fue un taller para adolescentes, que funcionó durante cuatro cursos (hasta junio de 2005), y que impartí, adaptado para adultos y en dos ocasiones más, para la editorial Edisena, en Requena.

Ya en Valencia, a partir del año 2019, siempre para adultos:

- Septiembre a Noviembre de 2019: “Taller de relatos” (Para Edisena, en aulas de la Calle Bailén)

- Noviembre de 2019 a enero de 2020: “El arte de contar mentiras” (Como el anterior)

- Enero de 2020: “Jugar y divertirse con escritores famosos” (en la Asociación “El Ventanal”)

- Enero a Junio de 2020: “Taller de mentiras y escritura”, para Edisena (Se interrumpió en marzo, por el confinamiento del cóvid).

- Desde octubre de 2020 a junio de 2021: “Taller de escritura creativa” (Para el Ayuntamiento de La Eliana y, simultáneamente, desde enero a junio del mismo año, para la Asociación Cultural Barrio de San Marcelino).

- Junio de 2022: “Escribir en un monasterio”, en la Hospedería del Monasterio del Santo Espíritu (Gilet).

He participado, como docente invitado, en los talleres de escritura de Pedro Uris, Mónica Navarro Mas y Ángel Sánchez Cárdenas.

Los pilares de mi método (si es que lo tengo), son: la lectura, el arte de la mentira, la incitación a escribir mal y la lectura (no es un error: la lectura son dos de las cuatro patas de esta silla)

En otoño de 2022, analizando la obra de José Saramago, me di cuenta de que nada de lo que había enseñado hasta entonces en mis talleres (ni aprendido en otros, a los que asistí como alumno), era cierto: Se puede escribir perfectamente y construir obras maravillosas sin hacer caso a ninguna de las normas que circulan de taller en taller, sin aplicar ninguna de las técnicas que nos enseñan o enseñamos. Claro que para eso quizá se tenga que ser un genio; pero si no tenemos ese don, lo poco que aprendamos solo nos servirá para ser escribanos o escribientes (por no decir cagatintas, que suena peor).

Muchos decálogos (y aquí veremos algunos, empezando por el mío), terminan pidiendo que no se haga caso de los maestros ni de los decálogos… Tenedlo siempre muy presente.

y aún así, aquí estoy para compartir con vosotros algunos de los secretos que he ido aprendiendo en el camino (o que todavía pudiera aprender). Eso sí, sin pretender en ningún momento sentar cátedra ni ser tenido en cuenta como maestro, sin más afán que el de que, si os gusta escribir, os cuestionéis si lo que estáis haciendo de verdad merece la pena.

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