AHORA QUE ME LO PREGUNTAS
Foto de Marc A. Sporys en Unsplash
¿Si te quiero? Me has preguntado si te quiero y no he sabido cómo decirte que sí... pero tampoco hubiera podido hacerlo, porque una mariposa me ha tapado la garganta y me ha dejado sin voz. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que me preguntaste si te quiero? En tan sólo un momento, en el instante que dura un relámpago, toda nuestra historia de silencio compartido, de muda y diaria compañía, se me han venido a la mente... y no sé si por un momento me he vuelto a sentir aquella muchacha a la que se lo preguntaste un día lejano o, de repente, como una pesada losa, me han caído encima todos estos años. Por eso, sin hablar y lentamente, he vuelto mi rostro hacia tu rostro y, mirándote con los ojos empañados por las lágrimas, el tuyo no me ha parecido envejecido sino hermoso, como el de aquel muchacho que conocí en el baile de las fiestas hace tanto tiempo, hace tantos años... casi cuarenta han pasado, cuarenta años en los que mis ojos no se han mirado en otros ojos, ni mi cabeza cana se ha apoyado en otro pecho que no fuera el tuyo...
¿Si te quiero? No he sabido decirte que sí, pero cada día desde que alcanzo a recordar, casi quince mil noches, he dormido a tu lado, acurrucada entre tus brazos cuando sentía frío... He limpiado el sudor de tu frente cuando estabas enfermo, hemos compartido el dolor y el miedo, el insomnio y el hambre... pero también la ilusión, la alegría y el placer... Me preguntas si te quiero y no sé decirte que sí, pero te he dado tres hijos, les he enseñado a quererte y respetarte, a dormirse rezando por ti... aunque rezar sea algo que ya no se esti-
la, como ya no se lleva lavar la ropa del marido, porque dicen que eso no es el amor, y sin embargo yo he lavado la tuya, he zurcido tus calcetines rotos, he cosido los botones que se te cayeron y he tejido las bufandas que te quitaban el frío... Quizás eso no sea decir “te quiero”, quizás yo no sepa ni nunca haya sabido hablar de amor, pero he esperado despierta hasta que volvieras cada noche y he velado a tu lado cuando estuviste en el hospital. No me enseñaron a amar de otro modo, no me enseñaron a decir palabras bonitas... La nuestra no ha sido una historia rosa, de revista del corazón... nada tuvo que ver con las películas de amor, con las novelas que pasan por la televisión... Quizás nunca nos pasó nada que mereciera la pena ser contado, por eso se me ocurre pensar que nuestro amor es manso y tranquilo, que arrulla como el crepitar de la lumbre o el repicar de la lluvia, como la noche que cae lentamente o la nieve que en silencio va enjalbegando el invierno gris al que se acostumbraron nuestros ojos. Quizás nunca te causé una gran alegría ni un gran dolor, pero los momentos felices los viví contigo; juntos envejecimos y ahora, cuando con la mirada nublada miro tu rostro arrugado y lo encuentro hermoso, pienso que con los años, como un buen vino, nuestro amor creció callado y nuestros corazones se inundaron de ternura...
¿Si te quiero? No he sabido decirte que sí...Mucho tiempo pasó desde la última vez que me lo habías preguntado, desde que tal vez nos dijimos alguna ridícula palabra de amor... pero no nos lamentemos de este silencio nuestro, porque sobre él se levantó nuestro hogar y en su mutismo cupieron todas las promesas, todas las lindezas, todas las ternuras, todos los halagos y todos los “te quiero” que no nos dijimos...
¿Si te quiero?... No he sabido decirte que sí sin escribirte todo esto... pero ahora y ya que me lo preguntas, aunque sea con los labios temblorosos y los ojos empañados, te respondo que sí, que te quiero.
Esta carta obtuvo el primer premio en el certamen de declaraciones de amor, de Paradas (Sevilla), en el año 2016